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El paraíso natural de Formentera, emblema del verano y hoy en día uno de los destinos turísticos más exclusivos de España. La isla Pitiusa menos poblada pero considerada a su vez como la última joya del Mediterráneo. La pequeña isla de gran corazón cuenta con una larga historia de más de cuatro mil años.

La población prehistórica de Formentera

La primera presencia humana en Formentera data de la etapa prehistórica de la Edad de Bronce, época en la que se construyó el sepulcro megalítico de Ca Na Costa descubierto recientemente en 1974. Se trata de una construcción funeraria construida entre 1900 y 1600 a.C. Esto nos confirma la existencia de población humana para esas fechas. También, en el año 200 a. C. el fuerte de Es Caló de Sant Agustí fue construido por los romanos, sus cimientos siguen vigentes hasta el día de hoy. Éstos monumentos son considerados como un vestigio del paso de las culturas Púnica y Romana por la isla. Para esos tiempos la isla era habitada por campesinos que vivían de lo que la tierra les permitía, el trigo. Es allí que le dan el nombre de Frumentaria («isla del trigo» significa en latín).

Una isla olvidada en el medio del Mediterráneo

Formentera quedó en el olvido por los Romanos al caer el imperio. Durante mucho tiempo se perdieron los rastros, hasta que quedó bajo el control de los árabes. Después de las invasiones Visigodas la isla quedó deshabitada hasta principios del siglo XI, cuando los árabes se instalaron y la habitaron nuevamente. Ellos fueron los principales constructores de las casas, aljibes y pozos que dieron origen al actual sistema de riego y murallas divisorias de terrenos que posee la isla. 

En el año 1200, la isla fue incorporada al Reino de Aragón. Entre medio pasó momentáneamente a ser parte del Reino de Mallorca y hasta la unificación de las tierras de España en 1462, nuevamente pasó a ser parte del Reino de Aragón.

Del olvido hacia la identidad cultural

Tras el descubrimiento de América en 1492, el gran negocio de mercancías y comercio que giraba alrededor del Mediterraneo se vió disminuido ya que las rutas comerciales en aquella época se centraron en el nuevo continente. Por tanto Formentera fue olvidada y quedó a merced de los piratas.

En el siglo XVIII los hermanos vecinos Ibicencos decidieron mudarse y rehabitar la pequeña Formentera, logrando poblar nuevamente y permitiendo que la isla construya su verdadera identidad cultural. A ésta época remontan  los primeros bailes y cantos tradicionales. Hoy en día se pueden admirar grupos de danza tradicionales que se presentan durante las principales fiestas de la isla. 

Hippies y el turismo como economía

Hasta el siglo XIX, habitaban la isla unas 2000 personas que vivían de la agricultura y la pesca, pero todo cambió con la llegada del turismo. Esta etapa ha sido marcada por la llegada de los hippies a la isla alrededor de los años 70s. Los primeros se instalaron en Es Molí, en la legendaria comunidad hippie de Formentera, donde se dice que hasta Bob Dylan vivió allí un tiempo. El asentamiento de los hippies es un hecho que ha marcado profundamente la personalidad de la isla, es un legado que aún hoy se respira en el ambiente. Formentera es el destino preferido para aquel que busca tranquilidad y naturaleza salvaje

Con la llegada de turistas europeos, Formentera aceleró su cambio económico. Hoy, se ha convertido en un lugar idílico para pasar unas vacaciones de ensueño con sus playas de agua cristalina y la armonía con la naturaleza.

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