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Érase una vez: las historias del equipo Formentera break

En este blog siempre tratamos de acercaros todo aquello que necesitáis saber antes de visitar la isla: los planes imprescindibles, eventos culturales, zonas para alojarse, algunos lugares escondidos, etc. Y es que, por algo somos especialistas en Formentera.

Para nosotros Formentera es hogar, es un refugio, un pedacito de paraíso que tenemos la suerte de compartir con todo aquel que viene. Y por eso hoy queremos que nos conozcáis un poquito más a nosotros; contaros cómo y por qué llegamos a esta isla y, por supuesto, a nuestra segunda casa: a Formentera Break.

Mi nombre es Irene García Martín, Directora Comercial de Formentera Break y quiero contaros un pedacito de mi historia.

Mi Historia

De pequeña, mi madre me explicó que cuando cumplió su mayoría de edad decidió viajar a Ibiza para descubrir una islita cercana que parecía un paraíso. Me explicó que tenía playas de arena blanca, agua cristalina y campos llenos de naturaleza. Me habló de los payeses, sus huertos y su amabilidad con los poquitos turistas que hace 50 años visitaban Formentera.

A lo largo de mi vida, había visitado Formentera en varias ocasiones – movida en parte por ese aura que mi madre me describía antaño- y me enamoré de la atmosfera parecida a otro mundo que vivía al dejar atrás la ciudad. Pero, hace ya 13 años, algo fue diferente en una de esas visitas. Conocí Formentera Break

Me emocionó ese toque tan suyo de empresa intercambiable y leal que tenía una fuerte filosofía de equipo. Fue algo especial, que nunca voy a olvidar, el llegar a Formentera con mi portátil, picando puertas, y con esas ganas de transmitir nuestra idea de negocio; la idea de unos jóvenes emprendedores, llenos de ilusión, que creían en su proyecto y que, por encima de todo, amaban Formentera y su esencia.

Cuando empezamos a negociar en la isla, a muchos propietarios nuestra filosofía online les parecía sonaba a algo demasiado extraño y alejado. Ellos, acostumbrados a las clásicas reservas telefónicas y a unas estrategias de marketing estilo ‘pasapalabra’, nos recibían algo reticentes. Eso sí, tras mucho esfuerzo, mucho trabajo en común, empezaron a confiar en nosotros y en nuestro proyecto empresarial.

En ese momento – recordemos que hablamos de casi 13 años atrás – todavía no existían en la isla compañías de reserva online como Booking o Trivago, por lo que nuestra idea fue revolucionaria y nos posicionó muy favorablemente como plataforma de reserva de alojamientos en Formentera.

– Éramos los ‘chicos estos que gestionan alojamientos, que saben mucho de informática’. –

Es gracioso. En ocasiones, el resto del equipo y yo solemos recordar con cierta gracia y nostalgia cómo se empezó a correr la voz en nuestros inicios de que éramos ‘aquellos chicos que saben mucho de informática’. Pero, sobre todo, se empezó a consolidar nuestra seriedad empresarial gracias a pilares importantes como el cumplimiento estricto de los contratos o de los calendarios de pagos.

Desde luego, fueron dos primeros años de lucha constante, de ganas de seguir sumando colaboraciones con agencias de viajes que todavía nos veían como ‘invasores’, de trabajar, trabajar y trabajar. Por suerte, los propietarios terminaron confiando en nosotros y, ya en la tercera temporada de Formentera Break, decidimos dar un paso más allá; me animé a proponer un cambio de imagen en uno de los complejos que teníamos en cartera.

Recuerdo a su propietario con mucho cariño, era una persona entrañable y que, aun recuerdo, siempre me decía que no sabía qué hacer durante el invierno, ¡que se aburría! En ese momento recordé que él tenía un garaje en el Puerto de La Savina lleno de muebles antiguos; después de eso la idea me vino sola a la cabeza.

-“¿Hacemos bonitos esos muebles?” – Y se animó conmigo.

La idea le entusiasmó y, pronto, estábamos haciendo lo mismo con los muebles de su apartamento, el que gestionábamos desde Formentera Break. Le expliqué que podía ncluso crear piezas recicladas y que lo podía hacer con la familia y los nietos, sería un plan genial, además, ¡era la manera perfecta de entretenerse durante el invierno!

A los 2 meses quedé con él en los alojamientos. ¡Ay! Se respiraba alegría.

Los muebles decapados en tonos blanco reformados con cariño, jarrones reciclados de botellas, cuadros hechos por él y su familia. Había luz en ese vínculo que se había creado.

 Algunos muebles, incluso mal pintados, eran perfectos.

Continuará…

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